Una de las cosas más importantes que un cristiano debe adoptar como práctica diaria, sin duda, es la oración. Porque es a través de ella establecemos el contacto íntimo y personal con Dios. La oración es tan importante como la predicación, como Jesús enseñó a sus discípulos. Pero hay un tipo de oración que debemos evitar porque nos mantendrá en la mediocridad.
Cuando Jesús enseña a sus discípulos en Mateo 6, desde el verso nueve, Jesús les dice que cuando oraban, se deben considerar dos «elementos»: Dios y al prójimo. Dios debe ser considerado como uno que está por encima, que perdona, y tiene una voluntad soberana – (Rom 12,2), que es una maravilla, y deberá ser aceptada por nosotros.
Deberíamos considerarnos como dependiente de la paternidad de Dios ( «Padre nuestro»), que carece de establecer el Reino de Dios en la tierra ( «Vamos a su reino»), que necesitamos su perdón ( «perdona nuestras ofensas»), necesita también la provisión divina ( «el pan nuestro de cada día …»).
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Algunos momentos en los que nos arrodillamos y atendemos únicamente a nuestro «yo». Las ocupaciones de los problemas del día a día y situaciones nos afectan de tal manera y con tal intensidad que ya no se emplea la primera persona del plural ( «nosotros») para hablar con el Padre. Pero no sólo se debe emplear la primera persona del plural como una mera forma de expresarse como lo hicieron los reyes de la Edad media, en un intento de mostrar la pompa y el poder, sino vivir el «nosotros».
La vida no se limita sólo a mi existencia, porque, si se procede, se reduce no sólo la oración, sino también la importancia de Dios y la importancia al prójimo en la totalidad de la existencia.
Dios trata con cada uno de nosotros, por supuesto, y esto no se le niega aquí. Lo que estoy tratando de destacar es la necesidad de ver la grandeza que los elementos nos llevan a ver, por lo que podemos ver y vivir de una manera menos complicada.
El «nosotros» para ser considerado aquí es que trasciende nuestra familia, nuestros amigos, nuestra congregación, nuestra ciudad, nuestro país, nuestro continente. Dios está por encima de mí y de todos ellos. Dios me perdona y perdona. Dios es mi previsión y providencial para cada uno de ellos. El mediocre es uno que reduce el alcance de su visión, para concentrarse simplemente en sí mismo. Si este mensaje llega a su corazón, deje a un lado la mediocridad, y acérquese a Dios con un arrepentimiento sincero y Dios lo guiará por el camino correcto.
Fuente Gospel Prime