Una congregación perteneciente a una región de África afectada por el hambre y la miseria experimentó el milagro de la multiplicación de los alimentos durante un momento crítico debido a la falta de alimentos que estaban pasando.
La iglesia del pastor africano, quien prefirió no ser identificado, solía recibir cristianos e incluso personas de otras religiones que no estaban interesadas en escuchar el mensaje del Evangelio, solo para alimentarse de la comida que se brindaba al finalalizar los cultos.
El pastor usualmente usaba el sustento de su propia casa para comprar los alimentos para unas 300 personas, que se acercaban todos los domingos en el lugar donde se realizaban las reuniones.
Sin embargo, la miseria y el hambre se intensificaron en la región y la iglesia dejó de contar con los suministros necesarios para alimentar a esa multitud. Cuando se enteraron de la falta de suministros, la gente comenzó a murmurar contra el pastor. Cuando un día, el pastor encontró un hombre que estaba acostado en el suelo, con el cuerpo abatido y sin fuerzas.
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Este hombre era Hydrus, que fue criado en una familia musulmana y también se aceracaba allí por la comida. Mientras estaba en el suelo, el pastor se sentó al lado de él para conversar y supo que Hydrus no había comido desde el último culto de la iglesia.
El pastor llevó a Hydrus a su casa y sirvió su propia comida para él. Su esposa, percibiendo que eso no sería suficiente, también le dio la parte de ella. La familia entonces dejó al musulmán descansar en el salón de la iglesia, donde él durmió profundamente. Mientras dormía, un sueño cambió su vida.
«Yo soy el pan de vida», él oyó a Jesús decir. «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre; el que cree en mí, nunca tendrá sed. Creed en mí como su Señor y Salvador. Cuando Hydrus se despertó, notó una Biblia en la mesa y abrió en el capítulo 6 del Evangelio de Juan, que, para su sorpresa, decía las mismas palabras de su sueño.
Hydrus buscó rapidamente al pastor quien le predicó un poco más sobre la palabra y recibió una oración y se rindió a Jesucristo. Esa semana, el ex musulmán aprendió muchas cosas acerca de la palabra de Dios y quizo compartir su testimonio al domingo siguiente.
Sólo la mitad de los que estaban la semana anterior, se encontraban presentes en el culto, pues el resto de la gente no iba a raíz de la falta de comida. Muchos oyeron el testimonio de Hydrus aquel día y se entregaron a Cristo .
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Milagro de la multiplicación
Otra reunión comenzó, aun el pastor no tenía comida para ofrecer. Tenía mucha tristeza, pero decidió orar fervorosamente durante el culto para que Dios los sostuviera aquel día.
Mientras oraban, la esposa del pastor llenó una olla con agua y la colocó en su estufa a leña. Ella pidió a Hydrus para añadir un paquete con unos 100 gramos de harina de trigo, que era todo lo que tenían.
Cuando el culto finalizó, se maravillaron al observar que en la olla había una comida mucho más sabrosa que el simple trigo cocido. Era una cantidad tan pequeña que sólo podría satisfacer a la familia del pastor, además de Hydrus. De igual modo, el pastor y su esposa decidieron compartir la comida con todos.
Cuando el pastor comenzó a servir, notó que todo lo que sacaba de la olla era inmediatamente reabastecido. El pastor agradeció a Dios en voz alta y continuó sirviendo a todos, hasta que se quedaran satisfechos. Toda la iglesia se reunió una vez más para alabar a Dios, por su cuidado y provisión.
Desde entonces, más personas comenzaron a frecuentar los cultos y, de hecho, oír la Palabra de Dios. Actualmente, cerca de 600 personas asisten a los servicios de adoración.
Según el ministerio de las Biblias Para Oriente Medio, los líderes musulmanes locales están enfurecidos por el crecimiento de la iglesia, pero aun permanecen callados debido a la comida que se suministra a diario.
Fuente Guíame