En el año 2010 Torres jugaba ya como profesional, pero su trayectoria se vio modificada por su adicción al alcohol. No sólo disminuyó su rendimiento deportivo, sino que perdió a su familia -su esposa y un hijo- a raíz de su vida sin límites.
UN CAMBIO RADICAL
Su transformación se manifestó cuando estaba en un equipo de la liga colombiana. Allí conoció a la pastora Sandra Merino, quien “comenzó a hablarme de la palabra de Jesucristo. Pero yo no le prestaba mucha atención. Cuando realmente se sintió mal cogió una Biblia y dijo: ‘Voy a experimentar, a ver qué ofrece’.
La palabra dice que en Dios todas las cosas son hechas nuevas. Cuando uno decide aceptar a Jesucristo todo pecado es quitado y toda mancha es borrada y un nuevo ser humano nace. Yo tenía que nacer de nuevo. Era mi única salida.
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Fui a donde la señora Sandra y oramos. Realicé la oración de fe; acepté a Jesucristo como Dios y salvador en mi vida. Le dí el control de mí. Que él sea quien gobierne mi vida.
Él expresó con sinceridad al Señor «que no era nadie, que no era nada, que estaba en la ruina y lo necesitaba”. Su vida cambió a partir de ese instante. “Conocí a Dios. Decidí entregarle mi vida al Señor y utilizarla para poder glorificarle, honrarle y llevar el mensaje a donde él me llevara. En enero me recibí un llamado para confirma que me quedara en Santa Fe y regresé con mi esposa”, añade Daniel Torres.
A partir de ahora, una nueva vida comienza para Daniel. “Donde quiera que yo vaya tengo dos objetivos: llevar la palabra de Dios y pelear por lo que yo juego. Aquí jugamos por la Liga y la Copa del Rey y yo quiero los dos títulos, expresó con alegría.
Fuente Protestante Digital
