Una relación con Dios como Padre e hijos

"A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios." Juan 1:11-13

En Juan 1:11-13 dice lo siguiente: A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Ahora bien, es muy básica la idea de que todos los hombres son hijos de Dios. Lo cierto es que la revelación bíblica difiere de esta idea de la sociedad. Lo adecuado, en todo caso, sería que todos los seres humanos somos criaturas de Dios; pero ser hijo de Dios es algo diferente que solamente puede ser logrado mediante Jesucristo.

Cada uno de nosotros, si hemos aceptado la salvación de Cristo, somos llamados “hijos de Dios”, pero quien no lo haya hecho y viva de acuerdo con el mundo, no tiene derecho de llamarse así, eso nos lo dice la Palabra de Dios. Pero, entonces ¿Que significa ser hijo y no criatura?

– Ad –

Jesús nos enseña a acercanos a Dios como nuestro Padre Celestial y nos permite relacionarnos con él, nos guía en sus caminos y en él encontramos la grandeza de su amor. Gracias a Jesús conocimos al Dios de gracia. Ahora bien, si hemos aceptado a Cristo como nuestro Señor y Salvador, Dios nos cuenta como sus hijos y eso nos coloca en una relación que antes no teníamos. Dios, como Padre, nos guía por la senda correcta y disciplina cuando nos hace falta, nos protege y guarda en la palma de su mano.

Como hijos debemos ejercer la obediencia. Como dice la palabra en hebreos 5:8-9: Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;  y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen. Entonces, debemos ser obedientes a Cristo, como él lo fue a Dios, así en nuestros padecimientos aprendemos la obediencia. Muchas veces estamos en situaciones que no nos agradan, momentos que no comprendemos el camino, o situaciones difíciles de seguir adelante, pero aun así debemos esperar en Dios, dedicarle un poco de nuestro tiempo para orar a él, entregarles nuestras cargas, y pedirle que él nos sostenga en pie para soportar lo que nos toca vivir, para ser obedientes y cumplir la voluntad de Dios sin apartarnos de sus caminos.

La biblia nos enseña que solo los que creen en Cristo y lo han aceptado en sus vidas como Señor y Salvador son hijos de Dios por la fe en Jesús. Ahora abramos nuestro corazón a Dios, entregándole nuestra vida y que el Señor Jesús sea nuestro mediador y guía. Cada día busca un momento de intimidad con Dios y ora a él pidiéndole a Jesús que interceda por nosotros, porque él es el único que conoce el camino al Padre. Dios los bendiga grandemente.

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